Aquí
os dejo la evolución de mi muñeca. Tenía el pelo largo y rubio,
ojos azules y maquillados, labios rosas y dientes relucientes y
llevaba un vestido corto y llamativo a juego con sus tacones. Después
de la transformación, se ha convertido en una muñeca normal, sin
excesivo maquillaje, sin cabello exageradamente largo y ropa menos
provocativa. Aun así, me hubiese gustado añadir más cambios,
ponerle un color de pelo más natural, intentar que no estuviese
extremadamente delgada y unos pies sin forma de tacón en los que
poder llevar zapatillas o cualquier otro tipo de calzado más cómodo.
Las
muñecas, al igual que los medios de comunicación, muestran el
modelo ideal de mujer. Cuando compramos una, sin ser conscientes,
solemos escoger la que más se identifica con nosotras, la que nos
representa o muestra cómo nos gustaría ser. No nos damos cuenta que
ninguna de ellas se corresponde con la realidad y nos dejamos engañar
por lo estereotipos que la sociedad marca.
Es
normal que las niñas se sientan atraídas por estas muñecas tan
vistosas y de gran colorido que vienen equipadas con un montón de
complementos. Es muy difícil que las grandes compañías y empresas
dedicadas a la fabricación de muñecas den un giro en su producción
y empiecen a ofrecer muñecas que se adapten a la realidad. Por lo
tanto, son las familias y educadores los que debemos enseñar que lo
importante es quererse a uno tal y como es, ya que estas “chicas”
son el resultado de la imaginación y del afán de poner en el
mercado un producto de fácil comercialización.
MARÍA
RAPOSO
Me parece interesante que indiques que compramos la muñeca con la que nos identificamos, porque ese tipo de elección que suele ser inconsciente, es muy bueno hacerla consciente
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