Esta
semana pasada no hemos tenido clase de educación artística plástica
y visual, y aunque ya haya pasado aprovecho este acontecimiento (el
día del padre) para hacer una breve reflexión, ya que justo la
fiesta coincidió con nuestro día de clase.
Aparentemente
el día del padre es un día bonito y familiar, normalmente se le
hace algún regalo al padre y se celebra de alguna manera más o
menos especial. En la escuela, sobre todo en la etapa que nos
concierne a nosotras (educación infantil) los niños se esmeran
mucho haciendo todo tipo de manualidades para sorprender a sus
padres, y a veces olvidamos que muchos niños no tienen padre o
simplemente no sienten el deseo de agradecerles nada porque su
relación de padre e hijo/a no es como se cree, pues cada familia es
un mundo. No estoy en contra de la celebración de este día ni mucho
menos, únicamente me cuestiono si realmente este día merece la
importancia que le concedemos. Es bonito el hecho de que haya un día
especial para recordar a nuestros padres lo agradecidos que estamos
por habernos dado la vida, cuidarnos... y muchos niños esperan
ansiosos para entregarle a su padre ese regalo que tanto esfuerzo les
ha costado, pero como ya he señalado antes, lamentablemente no todos
los niños están en condiciones de poder sentir lo mismo.
Una vez dicho esto vuelvo sobre el tema de si nosotras como futuras maestras deberíamos programar actividades artísticas para que los niños tengan un detalle con su padre o madre o si simplemente deberíamos dejar pasar este día como otro cualquiera, evitando así que algún alumno se sienta obligado a hacer una tarea que no siente. También estaría la opción de separar el grupo, unos se dedican a hacer el regalo a su padre y otros realizan otra actividad. Ninguna de estas opciones que acabo de mencionar me parece adecuada, por lo que aún me queda un largo camino para descubrir si es conveniente o no fomentar este tipo de actividades en los niños.
MARTA
QUIJADA